Anatomía de una caída: ¿se ha abolido el privilegio del dólar? Mitos y realidades de la desdolarización
La naturaleza atípica de los movimientos observados en los mercados de deuda del gobierno de EE. UU. y del dólar, desencadenados por el anuncio de aranceles recíprocos, plantea una serie de preguntas. Generalmente asociados con activos de refugio seguro en tiempos de shocks de confianza en el mercado, el dólar y los bonos del tesoro no lograron esta vez desempeñar su papel como activos protectores, registrando fuertes caídas. Estas tendencias inusuales ponen en entredicho lo que se denomina el “privilegio exorbitante” del dólar y nos permiten calificar en esta nota la supuesta desdolarización en curso.
El privilegio exorbitante que ha caracterizado al dólar estadounidense durante más de medio siglo proviene de la estructura de la economía globalizada. El billete verde se ha utilizado como un activo de reserva, una unidad de cuenta para una gran proporción de las materias energéticas, y es altamente líquido, dada la profundidad del mercado de deuda del gobierno de EE. UU. (910 mil millones de dólares negociados diariamente en promedio) y del mercado del dólar (6,600 mil millones de dólares negociados diariamente). Durante décadas, ha habido un marcado apetito por esta moneda por parte de inversores internacionales que buscan exposición a activos denominados en dólares, ya sea a través de bonos del tesoro o mediante acciones de empresas estadounidenses.
El efecto de este mecanismo es drenar parte de los ahorros del mundo (particularmente los ahorros europeos) para financiar los déficits de la balanza de pagos al otro lado del Atlántico. ¿Podemos realmente afirmar que nuestra era será testigo de una desdolarización global en los intercambios?
Desbalances estructurales: ahorros insuficientes en EE. UU. para cubrir la demanda total en la economía
El concepto de déficits gemelos se utiliza a menudo para describir los desbalances en la balanza de pagos y en la cuenta corriente. Este paradigma caracteriza a la economía estadounidense en desequilibrio tanto en las finanzas públicas (el Estado no puede cubrir su gasto con los ingresos que obtiene de la economía doméstica por sí solo) como desde el punto de vista privado, donde el balance de bienes, servicios, ingresos y transferencias corrientes también está en déficit (Figura 1). Por equivalencia contable, este déficit de balance privado se identifica con un desequilibrio producido por ahorros nacionales insuficientes para cubrir los usos de los agentes domésticos (inversión).