Tras la fiebre del oro
Los inversores institucionales se están viendo forzados a buscar oportunidades en nuevas áreas en vista de la inflación o la estanflación que afecta a los mercados pospandémicos
Tras una aparente recuperación de la pandemia en 2021, en 2022 la economía mundial ha sufrido una recaída en lo que podría diagnosticarse como un caso de COVID largo. Entre los síntomas se incluyen los niveles de inflación más altos de los últimos 40 años, las tasas de interés más elevadas en 15 años y el mercado bajista más persistente desde la crisis financiera global. El pronóstico para el paciente es más de lo mismo en 2023. .
En los resultados de la Natixis Outlook Survey 2023, una serie de inversores institucionales con unos activos bajo gestión combinados de 20,1 billones de dólares, presentan una imagen complicada para este año. Seis de cada diez creen que, ante el panorama económico, la recesión es inevitable. Pero incluso previendo un crecimiento negativo del PIB, tres cuartas partes (73 %) no tienen claro que los bancos centrales vayan a ser capaces de controlar la inflación por sí mismos y la mitad cree que no va a ser posible llevar a cabo un aterrizaje suave. Aun así, la inflación puede ser el mejor de los males, ya que casi dos tercios de los inversores institucionales (65 %) piensa que la estanflación supone un mayor riesgo en 2023. .
Los bonos son más atractivos
Sin embargo, no todas las noticias relacionadas con la inflación son negativas: ante la expectativa de que los bancos centrales sigan combatiendo la inflación con subidas de interés durante el nuevo año, siete de cada diez inversores institucionales creen que estas subidas van a dar lugar a un interés renovado por las inversiones en renta fija tradicional, mientras que el 56 % está convencido de que los mercados de bonos van a tener un comportamiento alcista en 2023.
En general, los equipos institucionales prevén un entorno en el que la inflación siga siendo obstinadamente elevada (56 %). Es probable que las acciones (57 %) y las divisas (50 %) experimenten una alta volatilidad. Y el 83 % cree que las valoraciones van a cobrar importancia en 2023.
A pesar de los retos, pocos rebajan sus expectativas en cuanto a la rentabilidad, ya que ocho de cada diez (77 %) mantiene o eleva su rentabilidad esperada a un 7,9 %. Más notable es la opinión de las aseguradoras, que dependen de la renta fija, entre las cuales la subida de tipos ha hecho que casi la mitad (46 %) se plantee aumentar su rentabilidad esperada, actualmente en una media del 6,7 %.
Las estrategias de inversión para 2023 van a tener como objetivo aprovechar una serie de tendencias emergentes para posicionar mejor las carteras institucionales ante un entorno poco familiar:
- La subida de tipos vuelve a hacer los bonos atractivos
- La volatilidad hace que las valoraciones vuelvan a cobrar importancia
- China está teniendo un impacto negativo en los mercados emergentes
- Las alternativas se están popularizando gracias a su capacidad de ofrecer mayor rentabilidad (y otras ventajas)
- La inversión privada ofrece protección ante un mercado bajista
- La tecnología blockchain está demostrando ser más valiosa que las criptomonedas
En última instancia, el panorama no va a obligar a llevar a cabo cambios radicales en la estrategia de asignación, pero las instituciones van a tener que hacer ajustes estratégicos para adaptarse mejor a los riesgos y oportunidades que tienen por delante.
PREVISIÓN ECONÓMICA
La guerra encabeza las listas de amenazas para la economía
Los inversores institucionales se enfrentan a un panorama económico que ha cambiado radicalmente en tan solo 12 meses. A principios de 2022 estos consideraban las interrupciones de las cadenas de suministro como la principal amenaza para la economía, pero ahora adjudican este puesto a la guerra (56 %), especialmente en Europa, donde siete de cada diez (68 %) han sido testigos de la guerra de Rusia con Ucrania en su propio patio trasero.
Hace un año, a las instituciones les preocupaba que unas políticas menos acomodaticias por parte de los bancos centrales tuvieran un efecto adverso sobre la economía. Ahora, después de que los bancos centrales hayan aplicado unas significativas subidas de los tipos de interés para combatir la inflación, al 53 % de las instituciones les preocupa que una política equivocada pueda poner el peligro la recuperación.
Los problemas relacionados con el comercio también se tienen en cuenta a la hora de definir los riesgos, ya que cuatro de cada diez (40 %) ven en el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China un lastre para la economía. Esta preocupación es mayor en Asia, donde casi la mitad (47 %) de las instituciones se hacen eco de ella. El 27 % a nivel mundial y el 40 % en Latinoamérica ven el comercio global como un riesgo.
La recesión es inevitable, pero la estanflación supone un mayor riesgo
Después de ser testigos de los mayores niveles de inflación en 40 años, menos de tres de cada diez cree que esta vaya a seguir subiendo en los próximos 12 meses. Casi la mitad cree incluso que la inflación va a bajar (46 %); lo que no está claro es cuánto. Más de la mitad (56 %) cree que la inflación va a seguir siendo obstinadamente alta en 2023, una opinión expresada por dos tercios de los encuestados de Norteamérica.
Los inversores institucionales reconocen que los bancos centrales han sido rápidos a la hora de responder con subidas de tipos. Pero casi tres cuartos de ellos (73 %) opinan que los bancos no pueden combatir la inflación por sí mismos. En última instancia, seis de cada diez (59 %) creen que la recesión es inevitable. Cuando se les pregunta directamente, el 54 % de las instituciones cree que la recesión es necesaria.
Aunque la inflación se sigue viendo como el principal riesgo para las carteras (69 %) en el año que entra y la recesión se considera un escenario probable, hay algo que preocupa aún más a los inversores institucionales. Teniendo en cuenta el lento ritmo de crecimiento y la persistencia de unos altos niveles de inflación, casi dos tercios de las instituciones (65 %) cree que la estanflación es una amenaza mayor que la recesión.
Las instituciones no se ponen de acuerdo en cuanto a cuál va a ser el resultado de las políticas en lo que se refiere al desempeño de la economía: el 53 % prevé que se produzca un aterrizaje suave, mientras que el 47 % se inclina por un aterrizaje abrupto. Los números hablan por sí solos, ya que el 49 % opina que la expectativa de un aterrizaje suave es poco realista.
La llave del crecimiento global está en manos de los consumidores
Los acontecimientos mundiales han hecho que el crecimiento económico se comporte como una montaña rusa durante los últimos tres años. En 2020, cuando el mundo hacía frente a las primeras etapas de la pandemia, el crecimiento se desplomó hasta un -3,06 %. En 2021, el mundo se adaptó y las vacunas ayudaron a llevar a cabo una reapertura de la economía, lo que ocasionó un rebote del crecimiento que alcanzó el 6,11 % en este año. Esta tendencia llegó a su fin en 2022, cuando los bancos decidieron combatir la inflación subiendo los tipos de interés a unos niveles que no se habían visto en una década. En consecuencia, el FMI revisó su proyección de crecimiento pasando del 3,59 % en abril al 2,5 % en octubre. De la misma manera, la previsión del FMI para 2023 cayó del 3,55 % al 2,7 %1.
Los inversores institucionales van a tener en cuenta una serie de indicadores para determinar si el crecimiento ha vuelto a su senda, pero el principal son los consumidores. El gasto de los consumidores (53 %) ocupa el primer lugar de la lista de indicadores del crecimiento (y también se considera una de las cinco principales amenazas para la economía). Esta vez, los consumidores no van a poder impulsar el crecimiento por sí solos y las instituciones van a controlar de cerca el gasto de las empresas (49 %), el empleo (47 %) y la productividad (43 %).
Las divisas van a seguir siendo volátiles
Otro efecto secundario de la inflación es que una política monetaria de tipos altos ha colocado al dólar estadounidense en su máxima cotización de los últimos 20 años. A finales de 2022, la libra esterlina alcanzó su valor más bajo con respecto al dólar desde 1985, el euro llegó a valer menos de un dólar por primera vez desde 2002 y el yen cayó a su nivel más bajo desde 19902.
Ahora, incluso aunque algunos se pregunten si la economía global va a acabar dividiéndose en dos esferas de influencia —la de Estados Unidos y la de China—, la gran mayoría (83 %) cree que el dólar estadounidense va a seguir manteniendo su dominio.
En este sentido, las instituciones creen que lo más probable es que los mismos problemas que están provocando la volatilidad de las acciones y los bonos —la inflación, las subidas de tipos y la guerra de Rusia— terminen afectando a los mercados de divisas. La mitad (50 %) piensa que la volatilidad monetaria va a incrementarse en el año entrante, mientras que un 34 % cree que seguirá en los niveles elevados actuales. Solo el 16 % piensa que va a reducirse en 2023.
Petróleo: la incertidumbre beneficia la inversión en energías alternativas
Aunque seis de cada diez instituciones (57 %) prevé un desempeño por encima de la media para el sector energético en 2023, muchos están teniendo en cuenta los problemas de suministro creados por la guerra de Rusia con Ucrania, y esto va a afectar a su estrategia energética a largo plazo.
En general, casi la mitad (46 %) afirma que los problemas de suministro energético los han llevado a aumentar sus inversiones en energías renovables —incluyendo la solar y la eólica—, una cifra que duplica la de los que han aumentado las inversiones en combustibles fósiles. Otro 26 % está invirtiendo en almacenamiento de energía, mientras que un 13 % ha incrementados sus inversiones en energía nuclear.
A pesar del potencial para obtener un rendimiento por encima de la media, el 20 % está reduciendo sus inversiones en combustibles fósiles o energías alternativas. Puede que algunos quieran obtener beneficios de los altos precios de la energía en 2022 y es posible que otros vean el riesgo geopolítico y el potencial de volatilidad de los precios.
A pesar de que hay pocos cambios en el panorama, muy pocos van a mantener su estrategia energética, ya que menos de un tercio (29 %) tiene previsto no llevar a cabo ninguna modificación.
PERSPECTIVA DE MERCADO
Una perspectiva significativamente optimista a pesar de la amenaza de recesión
Teniendo en cuenta las perspectivas de una elevada volatilidad, una alta inflación, unos tipos de interés al alza, un lento crecimiento y una probable recesión, los inversores institucionales son significativamente optimistas en cuanto a la mayoría de las clases de activos.
En general, las instituciones (63 %) son más optimistas en cuanto al capital inversión. Pero al igual que los mercados privados ocuparon un lugar destacado en las estrategias de sustitución de la rentabilidad cuando los tipos estaban en mínimos históricos, es posible que las instituciones también recurran al capital inversión para compensar unos beneficios mediocres en renta variable. Puede que el segundo término de esta ecuación cobre más importancia en un entorno de tipos al alza, ya que las instituciones se encuentran igualmente divididas en cuanto a su opinión sobre la deuda privada.
Bonos
Muchos creen también en el potencial de los bonos para ofrecer un rendimiento superior a la media en 2023. Los tipos han permanecido bajos desde que los bancos centrales intervinieron para hacer frente a la crisis financiera global de 2008, y cayeron aún más cuando volvieron a intervenir en respuesta a la pandemia. Pero ahora que los bancos centrales están volviendo a subir los tipos para combatir la inflación, un 56 % es optimista en cuanto al rendimiento del mercado de bonos en 2023.
Acciones
A pesar de un año donde hemos visto pérdidas de dos dígitos en el S&P en 2022 y la previsión es que continúe la volatilidad, un número sorprendente de instituciones (51 %) cree que el mercado será alcista en 2023. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los riesgos ya han sido descontados a lo largo de 2022, lo más probable es que los inversores prevean una recuperación, ya que la mayor parte del daño ya está hecho.
Mercado inmobiliario
Aunque para protegerse de la inflación los inversores han recurrido históricamente al mercado inmobiliario, este suscita —en cualquiera de sus tipos— el mayor consenso en cuanto a un comportamiento bajista en las perspectivas de las instituciones para 2023.
Los efectos secundarios de la pandemia siguen pesando sobre el mercado inmobiliario comercial, ya que las políticas de teletrabajo y los modelos de trabajo híbridos siguen vigentes y un 82 % tiene una perspectiva pesimista. Y aunque los valores del mercado inmobiliario residencial subieron durante la pandemia, los inversores institucionales creen que las subidas de tipos y la caída del precio de la vivienda van a perjudicar al mercado. Aun así, algunas instituciones siguen siendo optimistas en cuanto a esta clase de activos y están buscando maneras de invertir de manera selectiva. (Ver sección: Más allá del residencial y el comercial)
Criptomonedas
Teniendo en cuenta que el S&P Bitcoin Index ha caído más de un 62 % en lo que va de año3, el 82 % cree que las criptomonedas van a seguir teniendo un rendimiento por debajo de la media del mercado en 2023. El año ha sido muy complicado para las criptomonedas, especialmente a partir de noviembre, cuando FTX, el segundo mercado más grande de criptomonedas del mundo se declaró en bancarrota, seguido poco después de BlockFi.
ESTRATEGIA DE CARTERA
Las carteras van a someterse a modificaciones tácticas, no a grandes cambios de estrategia
Es probable que el escenario de mercado previsto para 2023 sea completamente diferente del que han vivido las instituciones en la última década, pero pocos creen que esto vaya a llevar a cambios significativos en su estrategia de asignación. De hecho, los resultados de la encuesta muestran que, de media, las asignaciones de las instituciones no van a modificarse en más de un 1 % en cualquier clase de activos. Pero, aunque no se contemplan grandes cambios en cuanto a las asignaciones, muchos prevén ajustes significativos dentro de las clases de activos para posicionar las carteras de cara al año entrante. Esto está relacionado con seis tendencias fundamentales.
1) renta fija: la subida de tipos vuelve a hacer los bonos atractivos
Después de que la Reserva Federal llevara los tipos de un 0 % en enero a un objetivo entre un 3,75 % y un 4 % para noviembre —y de que otros bancos centrales la imitaran—, los inversores institucionales están empezando a ver los bonos de otra manera. Siete de cada diez (72 %) creen que la subida de tipos va a llevar a una revitalización de la renta fija tradicional.
Es probable que haya más subidas de tipos
Una de las razones para anticipar unas buenas perspectivas para el mercado de bonos es que pocos creen que los bancos centrales hayan terminado con las subidas de tipos. De hecho, el 54 % de los encuestados prevé que las subidas de tipos se prolonguen durante 2023, un número muy superior al 20 % que no espera subidas y el 26 % que cree que los tipos se van a recortar.
Después de un año volátil para la renta fija, los inversores institucionales también se encuentran divididos en cuanto al rendimiento de los mercados de bonos en el nuevo año: el 36 % prevé una menor volatilidad, otro 36 % anticipa una mayor volatilidad y un 27 % no cree que vaya a haber ningún cambio.
Los cambios en las asignaciones reflejan los tipos y la recesión
Más de la mitad (53%) asegura que los recientes cambios en la rentabilidad los han llevado a reducir activamente el riesgo de sus carteras, una perspectiva que se aplica también a su estrategia de renta fija. Esta revalorización de la calidad ha hecho que la mayoría de las instituciones busquen aumentar las asignaciones a bonos de grado de inversión (49 %) y bonos del Estado (48 %). Un número menor se plantea añadir bonos de alta rentabilidad sensible al crédito (37 %) y bonos de mercados emergentes (29 %), mientras que un 8 % va a reducir su porcentaje de deuda titulizada.
Los cambios de política suscitan dudas acerca de la liquidez
A pesar del renovado interés por los bonos, los inversores institucionales contemplan un posible inconveniente: la liquidez. Con la Reserva Federal y otros bancos centrales poniendo fin a sus programas de compra de activos, el 36 % de los inversores institucionales menciona la liquidez como uno de los principales riesgos para su cartera en 2023. Lo más probable es que esta preocupación tenga un doble aspecto: por un lado existe la inquietud de que, en caso de que los propietarios de activos necesiten vender sus valores, puede que no haya un mercado de compradores. Por otro lado, esto también puede complicar la determinación de los precios por parte de los interesados en comprar.
LA DEMANDA DE BONOS VERDES CONTINÚA EN 2023
En su búsqueda de beneficios para 2023, el 62 % de los inversores institucionales encuestados cree que se puede obtener alfa en las inversiones ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza). Según parece, están dispuestos a seguir su instinto, ya que casi el mismo número (59 %) prevé aumentar sus inversiones ESG. Muchos van a recurrir a los bonos verdes.
La mitad de las instituciones que poseen bonos verdes a nivel global tienen previsto aumentar sus inversiones, mientras que casi el mismo número asegura que va a mantener su asignación actual. Solo el 4 % tiene previsto reducir su tenencia.
Pero las cifras globales no ofrecen una imagen completa. De hecho, aproximadamente siete de cada diez (68 %) de los encuestados de Asia que actualmente cuentan con inversiones en bonos verdes afirman que van a aumentar sus asignaciones. Lo mismo se aplica al 54 % de los de EMEA.
2) LA VOLATILIDAD HACE QUE LAS VALORACIONES COBREN IMPORTANCIA
Aunque las perspectivas en cuanto a la renta variable se divide entre optimistas y pesimistas, las instituciones parecen tener claro dónde van a invertir en esta clase de activo. En general, la renta variable estadounidense (40 %) está por encima de la de cualquier otra región. Las instituciones no tienen tanta confianza en Europa, donde lo más probable es que mantengan su asignación actual (43 %) o la reduzcan (30 %).
A pesar de que se espera que los mercados desarrollados tengan un rendimiento por encima de la media, un tercio de las instituciones tienen previsto aumentar sus asignaciones a acciones tanto de los mercados emergentes (32 %) como de la región Asia-Pacífico (31 %). Independientemente de dónde inviertan, lo más probable es que las instituciones se centren en una investigación fundamental.
Después de una década en la que los bajos tipos de interés han impulsado el crecimiento del mercado, el 83 % de las instituciones cree que los mercados van a reconocer la importancia de las valoraciones en 2023, un sentimiento que es mayor en Asia y el Reino Unido (91 %).
Ahora que se ha interrumpido la relativa calma imperante en los mercados durante los últimos diez años y que el índice VIX se encuentra en un 25,94 % en 20224, la mayoría de los inversores institucionales espera más de lo mismo para el próximo año. De hecho, seis de cada diez (57 %) prevén que la volatilidad alcance unos niveles incluso más altos en 2023.
Ante las previsiones de recesión y unos niveles más altos de volatilidad, los inversores institucionales están descubriendo que el tamaño importa y un 60 % prevé que las empresas de gran capitalización van a tener un mejor rendimiento que las de pequeña capitalización durante el año entrante.
La volatilidad también presenta una ventaja, ya que casi la mitad (47 %) también cree que esta dispersión (la diferencia en los niveles de rentabilidad) también va a aumentar. Como resultado, dos tercios creen que las inversiones activas van a tener un mejor resultado que las estrategias pasivas en 2023.
LA GESTIÓN ACTIVA ES ATRACTIVA
Después de un año volátil y decepcionante para los mercados, los inversores institucionales reconocen que las inversiones pasivas presentan limitaciones fundamentales. En general, el 60 % afirma que sus inversiones activas han tenido un rendimiento por encima de su índice de referencia durante los últimos 12 meses. Dadas las perspectivas para 2023, el 74 % cree que los mercados van a favorecer a los gestores activos en 2023.
Ante la posibilidad de que continúe la disrupción, las instituciones llaman a ser prudentes acerca de lo que supone un uso cada vez mayor de la inversión pasiva para los mercados: el 69 % cree que la entrada y salida de grandes flujos de productos pasivos empeora la volatilidad del mercado, mientras que otro 60 % cree que la popularidad de la inversión pasiva ha aumentado el riesgo sistémico y el 53 % cree que la inversión pasiva distorsiona la relación riesgo-rentabilidad en el mercado.
3) CHINA ESTÁ TENIENDO UN IMPACTO NEGATIVO EN LOS MERCADOS EMERGENTES
¿Por qué las instituciones favorecen los mercados emergentes en 2023? En primer lugar, las economías emergentes son más vulnerables a los efectos negativos de los shocks inflacionarios. Si a esto le añadimos el impacto de un dólar fuerte, el mantenimiento de la política de COVID cero en China y el aumento del onshoring de operaciones básicas por parte de las empresas, podemos ver por qué las instituciones contemplan unos fuertes vientos en contra.
Casi dos tercios (65 %) creen que la inflación va a perjudicar a la inversión en los mercados emergentes. Uno de los motivos puede ser que casi el mismo número (64 %) cree que los mercados emergentes se encuentran a expensas de la política monetaria de los Estados Unidos. Los mercados emergentes dependen de la inversión y el capital extranjeros, que son más difíciles de obtener cuando el dólar es fuerte en comparación con otras monedas. La subida de tipos también dificulta el pago de la deuda denominada en dólares a las empresas de los países emergentes, lo que aumenta el riesgo de impago.
Un mundo dividido en dos
China es la principal preocupación en cuanto a los mercados emergentes. Dos tercios de las instituciones a nivel global creen que las inversiones en mercados emergentes son extremadamente dependientes de China. En un momento en el que China está ejerciendo su influencia política, a las instituciones les preocupa cómo va a afectar esto a sus inversiones.
En última instancia, un 65 % de las instituciones cree que las ambiciones geopolíticas de China van a causar una división de la economía global, en la que China y Estados Unidos van a encabezar las dos grandes áreas de influencia. Tres cuartos (74 %) creen que las ambiciones geopolíticas de China reducen su atractivo para los inversores. Otro 80 % cree que la inseguridad jurídica del país reduce aún más este atractivo.
Ante los altos niveles de inflación actuales, ocho de cada diez instituciones (79 %) aseguran que la inflación de los alimentos es un riesgo al que no se le está prestando la suficiente atención. Además, casi la mitad (48 %) cree que el aumento del interés en las inversiones ESG va a reducir las oportunidades de los mercados emergentes.
4) LAS ALTERNATIVAS SE ESTÁN POPULARIZANDO GRACIAS A SU CAPACIDAD DE OFRECER MAYOR RENTABILIDAD (Y OTRAS VENTAJAS)
Ante unas perspectivas que prevén unos elevados niveles de volatilidad, más subidas de tipos y una recesión, no es de extrañar que dos tercios de las instituciones afirmen que es probable que una cartera compuesta de un 60 % de renta variable, un 20 % de renta fija y un 20 % de inversiones alternativas supere en rentabilidad a las carteras 60/40 tradicionales. Como resultado, muchos van a recurrir a un amplio abanico de inversiones alternativas en 2023.
Sustitución de la rentabilidad
Incluso ante unos tipos que no dejan de subir, parece que los equipos de inversión no se resignan a abandonar la búsqueda de una mayor rentabilidad que iniciaron hace una década, ya que seis de cada diez (61 %) aseguran que las organizaciones están empezando a recurrir cada vez más a las inversiones alternativas como sustituto de la rentabilidad. Esta estrategia no deja de presentar riesgos. De hecho, al 61 % les preocupa que las instituciones puedan estar arriesgándose demasiado en su búsqueda de rentabilidad.
En general, la mayoría (44 %) tiene previsto incrementar las asignaciones a infraestructuras en 2023. Lo más probable es que sus planes se vean impulsados por la conjunción de dos factores: en primer lugar, las infraestructuras suelen presentar unos riesgos predecibles y hasta ahora han generado unos sólidos beneficios incluso cuando los mercados han sido volátiles. En segundo lugar, las innovaciones en el campo de la energía, los vehículos eléctricos (y los puntos de carga), la digitalización y otras áreas están creando más oportunidades para los inversores.
Las instituciones también van a aumentar las inversiones en capital inversión (43 %) y deuda privada (36 %). Dado que ambos ofrecen un potencial de rentabilidad atractivo y un calendario de pagos fiable, no resulta sorprendente que las instituciones sigan haciendo uso de unas estrategias que les han proporcionado una sustitución de la rentabilidad en los últimos años.
Incluso aunque las instituciones no son optimistas en cuanto al mercado inmobiliario residencial y comercial, el 29 % tiene previsto aumentar sus asignaciones a esta clase de activos. Según parece, y a pesar de los desafíos económicos, las instituciones van a seguir confiando en que el mercado inmobiliario siga cumpliendo su papel de generador de ingresos y cobertura contra la inflación.
Más allá de la rentabilidad
Las razones para aumentar las asignaciones alternativas en 2023 van más allá de la búsqueda de rentabilidad, ya que los equipos institucionales también buscan mitigar los riesgos. Casi tres de cada diez (29 %) asegura que van a aumentar las asignaciones a estrategias de retorno absoluto. Del mismo modo, otro 27 % va a aumentar las asignaciones al oro, una clase de activos que tiene como fin ofrecer una cobertura ante los temores de recesión y una posible caída de los mercados durante el próximo año.
EL MERCADO INMOBILIARIO: MÁS ALLÁ DEL RESIDENCIAL Y EL COMERCIAL
Ante los retos que afronta el mercado inmobiliario tanto residencial como comercial, las instituciones están empezando a buscar cada vez más oportunidades en el mercado inmobiliario no tradicional. Estrechamente vinculadas tanto a la tecnología como a la demografía, estas inversiones ofrecen una nueva manera de cubrir el papel de protector de los ingresos y contra la inflación que esta clase de activos ha desempeñado durante muchos años en las carteras institucionales.
Algunas de las oportunidades se derivan de la tecnología y la innovación: el 54 % de las instituciones está invirtiendo en centros de datos. Otro 25 % invierte en laboratorios biológicos y otras instalaciones esenciales para el sector biomédico.
Oportunidades ligadas tanto a los mayores como a los jóvenes
La demografía es otro factor determinante, ya que las instituciones encuentran oportunidades a ambos extremos de la población. El rápido envejecimiento de la generación del baby boom está llevando a muchos a invertir en residencias para mayores como instalaciones asistidas (37 %). Como una población cada vez mayor requieren más atención sanitaria, el 20 % también está invirtiendo en consultorios médicos. En el otro extremo del espectro, el 32 % está invirtiendo en residencias para estudiantes, una inversión con una dinámica de leasing que ofrece unos flujos de efectivo predecibles ligados al calendario académico.
El mercado de la vivienda minorista es una tercera tendencia evidente en la estrategia inmobiliaria institucional, ya que un 27 % invierte en viviendas esenciales o asequibles, un 18 % encuentra oportunidades en las viviendas prefabricadas y un 16 % está invirtiendo en propiedades unifamiliares para el alquiler .
5) La inversión privada ofrece protección ante un mercado bajista
Durante la pasada década, los inversores institucionales han ido recurriendo cada vez más a los mercados privados para compensar la baja rentabilidad de los bonos. Pero en 2023, lo más probable es que también recurran a los activos privados para compensar la asignación a renta variable de sus carteras.
Independientemente de que la volatilidad o una baja rentabilidad de la renta variable conduzcan a las instituciones a los mercados privados, los equipos institucionales se están dando cuenta de que un mercado mayor con más participantes significa que van a tener que mejorar su proceso de selección de oportunidades de inversión.
La mayoría (72 %) han reforzado sus procedimientos de diligencia debida ante oportunidades privadas porque les preocupa la calidad de las operaciones. Muchos se están dando cuenta también de que orientarse por unos complejos mercados privados y evaluar las operaciones exige un conocimiento experto y especializado. En general, casi cuatro de cada diez instituciones (36 %) tiene previsto recurrir a un consultor especializado o a un director ejecutivo de inversiones (OCIO) para que les asesore en lo referente a los mercados privados.
Además de para buscar protección ante un mercado bajista, está claro que las instituciones van a acudir a los activos privados para obtener una rentabilidad. Pocos prevén que los altos tipos de interés vayan a reducir esta demanda, ya que el 65 % cree que se va a emitir más deuda privada en 2023 para satisfacer la creciente demanda.
6) La tecnología blockchain está demostrando ser más valiosa que las criptomonedas
Después de prever una corrección para las criptomonedas en sus perspectivas para 2022 y de ver cómo el mercado de las criptomonedas ha sufrido un varapalo en los últimos 12 meses, no es sorprendente que los inversores institucionales piensen que el oro (76 %) va a tener un mejor rendimiento que las criptomonedas en 2023. Los inversores institucionales siguen expresando sus dudas acerca de las criptomonedas, aunque consideran prometedora la tecnología en la que se basan estas monedas digitales.
Solo el 15 % de las instituciones encuestadas están invirtiendo actualmente en criptomonedas. De hecho, el 63 % asegura que las criptomonedas no son una inversión legítima para las instituciones. La volatilidad es una de las principales razones. Como demuestra su desempeño a lo largo de 2022, esta clase de activos puede verse sometida a enormes oscilaciones de valor. Este tipo de incertidumbre es preocupante cuando los equipos de inversión intentan cumplir con unas expectativas de rentabilidad de un 7,9 % anual a largo plazo.
Otro factor que frena a los inversores institucionales es la ambigüedad regulatoria en torno a las criptomonedas. De hecho, el 61 % opina que una mayor claridad en su regulación beneficiaría enormemente a esta clase de activos. Es un punto de vista que seguramente se vea reforzado cuando los reguladores empiecen a abordar la bancarrota de las plataformas de intercambio de criptomonedas FTX y BlockFi durante el año entrante.
Aunque un cuarto (27 %) asegura que invierte a nivel personal, casi tres cuartos opinan que las criptomonedas no son adecuadas para la mayoría de las personas.
Dada la importancia que se le da al rendimiento de este tipo de inversión, el sentimiento de las instituciones sugiere que las criptomonedas pueden proporcionar un mayor valor. Al evaluar esta clase de activos, el 83 % cree que la verdadera revolución radica en la tecnología blockchain que sustenta las criptomonedas.
Una visión optimista de un año que se presenta lleno de incertidumbre
Al igual que el resto del mercado, los inversores institucionales han tenido que afrontar importantes dificultades durante 2022. Sin embargo, aunque las proyecciones sugieren que la inflación, las tasas de interés y la volatilidad van a seguir comportándose de manera parecida durante el año que empieza y que es muy probable que nos enfrentemos a una recesión, los inversores institucionales no han perdido el optimismo. En general, cuentan con los recursos que necesitan y están evaluando detenidamente las herramientas que tienen a su disposición para garantizar un resultado positivo de sus inversiones.
2 Bloomberg (as of 11/30/22)
3 Bloomberg (as of 11/30/22)
4 Bloomberg (as of 11/30/22)
Los datos ofrecidos representan la opinión de los encuestados y pueden cambiar dependiendo del mercado y otras condiciones. No deben interpretarse como asesoramiento en materia de inversión.
Este material se ofrece solo con fines informativos y no debe considerarse como asesoramiento en materia de inversión. Los puntos de vista y opiniones expresados son los de diciembre de 2022 y pueden cambiar dependiendo del mercado y otras condiciones. No se puede asegurar que los acontecimientos se desarrollen según lo previsto, y los resultados reales pueden variar.
Cualquier inversión implica riesgos, incluyendo el riesgo de incurrir en pérdidas. Ninguna estrategia de inversión o técnica de gestión de riesgos puede garantizar una rentabilidad o eliminar el riesgo en todos los entornos del mercado. Tanto la renta variable como la renta fija o las inversiones alternativas conllevan riesgos de inversión. No se asegura que ninguna inversión alcance sus objetivos de rendimiento ni que se vayan a evitar las pérdidas.
A diferencia de lo que ocurre con las inversiones pasivas, una inversión activa no intenta seguir o replicar un índice. De este modo, la capacidad de una inversión activa de alcanzar sus objetivos dependerá de la efectividad del gestor de la inversión.
Las estrategias de asignación de activos no garantizan los beneficios ni protegen de las pérdidas.
Las inversiones alternativas implican riesgos únicos que pueden ser diferentes de los asociados con las inversiones tradicionales, incluyendo la falta de liquidez y la posibilidad de obtener mayores pérdidas o ganancias. Los inversores deben ser totalmente conscientes de los riesgos asociados a cualquier inversión antes de llevarla a cabo.
Las inversiones relacionadas con las materias primas, incluyendo los derivados, pueden verse afectadas por una serie de factores, incluidos los precios de las materias primas, los acontecimientos mundiales, los controles sobre las importaciones y las condiciones económicas, y por lo tanto pueden entrañar un riesgo sustancial de pérdidas.
El índice S&P 500® es un indicador ampliamente reconocido del rendimiento del mercado de valores de los Estados Unidos. Se trata de un índice no gestionado formado por acciones ordinarias de 500 compañías elegidas, entre otros factores, por su cuota de mercado, su liquidez y su representatividad dentro de un sector. También mide el rendimiento del segmento de gran capitalización del mercado de renta variable estadounidense.
La inversión sostenible se centra en las inversiones en empresas que se relacionan con ciertos temas de desarrollo sostenible y demuestran seguir unas prácticas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG); por lo tanto, el universo de inversiones puede ser limitado y es posible que los inversores no sean capaces de aprovechar las mismas oportunidades o tendencias del mercado que los inversores que no utilizan tales criterios. Esto podría tener un efecto negativo sobre el rendimiento general de un inversor, dependiendo de que dichas inversiones sean favorables o no.
La diversificación no garantiza los beneficios ni protege de las pérdidas.