Los océanos cubren el 71 % de la superficie de la tierra y constituyen el mayor hábitat del planeta, llegando a albergar hasta un 80 % de su biodiversidad.1 También contribuyen a toda una serie de funciones básicas para la vida, desde la regulación del clima a la seguridad alimentaria global, pasando por el agua potable o la producción de oxígeno.2

No resulta exagerado decir que el destino del mundo depende de la salud de los océanos. Esto hace que sea de vital importancia que protejamos y gestionemos de manera sostenible esta fuente de vida fundamental.

Un mar de vida
Documentales populares como Planeta azul II y Un océano de plástico han arrojado luz sobre la tragedia de nuestros océanos, pero aún hay muchos que no son conscientes de su importancia. No solo son la base de la vida en el planeta, al proporcionar alimento y agua a miles de millones de personas, sino que además son fundamentales para la regulación del clima.

Por ejemplo, los océanos absorben alrededor del 23 % de las emisiones anuales de CO2, justo por detrás de las plantas y la vegetación —conocidas como el «sumidero de carbono»—, con aproximadamente el 29 %.3 Además, absorben más del 90 % del exceso de calor del sistema climático, lo que los hace aún más valiosos en lo que se refiere al control de la temperatura general.4

Pero, al igual que ocurre con el calentamiento de la tierra, la subida de las temperaturas de los océanos del mundo ha tenido un efecto devastador. Durante los últimos 30 años, la temperatura de la superficie de los océanos ha superado todos los registros históricos. Actualmente, más de la mitad de los océanos registran temperaturas que antes se consideraban extremas, lo que pone en peligro a innumerables especies.5

Al estar más caliente, el agua también se evapora más rápidamente, lo que incrementa la intensidad y la frecuencia de las tormentas. Esto ya está teniendo consecuencias graves: el coste medio anual de los desastres climáticos en los Estados Unidos fue de 160 000 millones de dólares en 2021, una cifra ocho veces superior a los costes incurridos en las décadas de 1980 y 1990.6 Esto se debe en gran parte a los huracanes, como el reciente huracán Ian, que ha sido el quinto más fuerte en alcanzar los Estados Unidos y que se calcula que costará a las aseguradoras entre 42 000 y 57 000 millones de dólares en pérdidas.7

Y lo que es aún peor, unos océanos más calientes son más proclives a devolver el dióxido de carbono a la atmósfera. Esto contribuye a su vez a calentar aún más el planeta dando lugar a un círculo vicioso —o «bucle fatal»— que puede hacer que sea imposible revertir los efectos del cambio climático.

«El cambio climático extremo [ya] está aquí», advierte Kyle Van Houtan, un investigador de la Universidad Duke. «Está en el océano, y el océano sustenta la totalidad de la vida en la tierra».8

Al mismo tiempo, la actividad humana también ha sido particularmente dañina en lo que se refiere a la contaminación (especialmente la causada por los plásticos), la acidificación, la pesca indiscriminada e incluso el agotamiento del oxígeno, un problema especialmente grave teniendo en cuenta que los océanos producen el 50 % del oxígeno del mundo.9

«Continuar por este camino no solo amenaza los ecosistemas marinos, sino también la capacidad del océano para sustentar indirectamente la vida en un futuro», asegura Live Ocean, una organización benéfica medioambiental. «El océano no es solo una víctima del cambio climático, también es parte de la solución».10

Aprovechando el potencial de los océanos
El mundo se está concienciando poco a poco de la necesidad de proteger los océanos. La conservación y el uso sostenible de los mares fue uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 (el Objetivo 14) en 2015. Además, los gobiernos, los bancos de desarrollo multilaterales, las ONG y los filántropos están multiplicando sus compromisos, ya que son conscientes de que el océano es un aliado fundamental a la hora de afrontar las múltiples crisis planetarias que nos acechan.

Sin embargo, es necesario hacer mucho más: un estudio de 2020, por ejemplo, estima que es necesario aportar una financiación de 174 500 millones de dólares al año si el mundo quiere tener alguna posibilidad de alcanzar el objetivo de desarrollo sostenible «Vida submarina» de la ONU de aquí a 2030.11

Hasta la presente, los avances han sido bastante escasos. De todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el ODS 14 ha sido, con mucho, el que ha recibido menos financiación; solo se le han destinado el 0,01 % de todos los fondos para los ODS procedentes de las finanzas de desarrollo hasta 2019 y únicamente el 0,56 % de los fondos filantrópicos desde 2016.12 Según afirma The Economist, «la conservación, el estudio y el desarrollo sostenible de los océanos están aquejados de una alarmante falta de fondos a nivel mundial… La carencia de inversiones en los océanos es obvia y realmente preocupante».

Está claro que los gobiernos y organismos públicos pueden hacer más. Sin embargo, el sector privado también tiene un papel importante, y están empezando a aparecer toda una serie de diferentes oportunidades basadas en el mercado para ayudar a cerrar la brecha, con ofertas en todos los sectores de la economía azul. Entre estos se incluyen la acuicultura y la pesca, las energías renovables, el transporte marítimo sostenible, la gestión de la contaminación, las tecnologías oceánicas y el turismo sostenible.

A los inversores, por su parte, no les faltan opciones: todo depende de sus objetivos. Aunque todavía se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo, hay más de una docena de fondos de renta variable públicos y privados especializados en el impacto sobre los océanos y diseñados para ofrecer a los inversores la oportunidad de formar parte de la solución al tiempo que captan el capital tan necesario en esta área. La mayoría de estos fondos son extremadamente especializados e invierten en —o incluso sirven para fundar— empresas y startups que tienen un impacto positivo en la salud general de los océanos.

También se están dando pasos importantes en el área de la renta fija, en la que los llamados «bonos azules» están empezando a llamar la atención de los inversores. Al igual que los ya más veteranos bonos verdes, los bonos azules son instrumentos de deuda utilizados para apoyar las inversiones en diferentes proyectos de la economía azul, incluyendo la pesca sostenible, los puertos y el transporte marítimo, el turismo, las energías renovables, la gestión de residuos y la biodiversidad.

Belice y las Seychelles han emitido con éxito bonos azules, mientras que Indonesia ha puesto en marcha recientemente su propia oferta.13 Es probable que pronto veamos otros ejemplos.

También como nota positiva, las últimas operaciones han incrementado su tamaño, mientras que la creación de una incubadora de bonos azules debería favorecer nuevos lanzamientos en un futuro próximo. Algunos piensan que es solo cuestión de tiempo que se lancen también bonos azules corporativos, lo que abriría las puertas a nuevas oportunidades para los inversores.14

Por ahora, la inversión en bonos azules está en su mayor parte limitada a fondos de bonos verdes o sostenibles. Sin embargo, a medida que vaya creciendo el mercado, no sería sorprendente que siguiera los pasos del floreciente y exitoso mercado de los bonos verdes, con una oferta de bonos azules especializados dirigida a los inversores.

Pase lo que pase, está claro que los inversores van a desempeñar un papel protagonista a la hora de conservar y proteger los océanos. Estos constituyen nuestro hábitat más grande y son nuestro mayor aliado en la lucha contra el cambio climático, por lo que la humanidad no puede permitirse el no darles el valor que se merecen.

Convicción verde para su asignación de renta fija.

Descubra más

GLOSARIO
  • Acidificación: La acidificación de los mares es la reducción del pH de los océanos de la tierra. Su causa principal es la absorción de dióxido de carbono procedente de la atmósfera. Esto, a su vez, incrementa las concentraciones de CO₂ en el océano.
  • Biodiversidad: La variedad de flora y fauna en el mundo o en un hábitat en concreto. Un alto nivel de la misma se considera por lo general algo importante y deseable.
  • Bono azul: Un bono azul es un instrumento de deuda que ha sido emitido para apoyar inversiones en la salud de los océanos y las economías azules.
  • ODS: Los Objetivos de Desarrollo Sostenible u Objetivos Globales son 17 objetivos globales interconectados diseñados para ser un «plan para lograr un futuro mejor y más sostenible para todos y para el planeta, ahora y en el futuro».
1 Fuente: Unesco, https://ioc.unesco.org/topics/biodiversity
2 Fuente: Unesco, https://ioc.unesco.org/topics/biodiversity
3 Fuente: The Conversation, https://theconversation.com/yes-more-carbon-dioxide-in-the-atmosphere-helps-plants-grow-but-its-no-excuse-to-downplay-climate-change-130603
4 Fuente: NASA, https://climate.nasa.gov/vital-signs/ocean-heat/
5 Fuente: National Geographic, https://www.nationalgeographic.com/environment/article/ocean-threats
6 Fuente: NCEI, https://www.ncei.noaa.gov/access/billions/time-series
7 Fuente: Insurance Journal, https://www.insurancejournal.com/news/national/2022/10/03/688040.htm
8 Fuente: The Guardian, https://www.theguardian.com/environment/2022/feb/01/extreme-heat-oceans-passed-point-of-no-return-high-temperatures-wildlife-seas
9 Fuente: United Nations, https://www.un.org/sustainabledevelopment/wp-content/uploads/2017/11/Report-on-Climate-Partnerships-for-a-Sustainable-Future.pdf
10 Fuente: Live Ocean, https://liveocean.com/journal/a-healthy-ocean-is-our-best-ally/
11 Fuente: Ensia, https://ensia.com/notable/ocean-sustainable-development/
12 Fuente: The Economist, https://ocean.economist.com/blue-finance/articles/why-we-need-to-tackle-the-ocean-funding-crisis
13 Fuente: World Bank, https://www.worldbank.org/en/news/feature/2022/07/21/indonesia-s-first-sustainability-bond-by-a-non-bank-financial-institution-focuses-on-green-and-inclusive-development
14 Fuente: World Economic Forum, https://www.weforum.org/agenda/2022/09/sustainable-ocean-investing-goes-mainstream/

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