Olas de calor, huracanes, inundaciones e incendios forestales. Los modelos climáticos más preocupantes muestran que, para finales de este siglo, la vida tal y como la conocemos no será posible en muchos lugares del planeta tierra1. Sin embargo, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es solo una mínima parte de lo necesario para asegurar la habitabilidad del planeta: la pérdida de la biodiversidad, un factor muchas veces subestimado, es un riesgo sistémico tan grave como el cambio climático y los riesgos sociales.

De hecho, la pérdida de la biodiversidad y el colapso de los ecosistemas es una de las tres amenazas a las que es más probable que se enfrente la humanidad a lo largo de los próximos 10 años2. Más de la mitad del PIB total mundial depende de la naturaleza y se encuentra, por lo tanto, en situación de riesgo debido a la pérdida de la biodiversidad3.

Los mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces se han reducido en más de dos tercios desde la década de los 704. La mayoría hemos visto las duras advertencias en forma de imágenes de David Attenborough y somos conscientes de su importancia5. Sin embargo, estudios recientes sugieren que el ritmo de extinción tanto de plantas como de animales está empeorando más de lo previsto, motivado en gran parte por la actividad del hombre.

En abril, por ejemplo, los investigadores descubrieron que más de 1 de cada 5 especies de reptiles se encuentran ahora en peligro de extinción debido a que los humanos están reduciendo sus hábitats naturales para destinarlos a la agricultura, el desarrollo urbano y otras actividades6. Otro estudió reveló que la combinación de cambio climático y agricultura intensiva está afectando profundamente al número y la diversidad de los insectos – en algunas zonas, las poblaciones generales de insectos se han reducido en casi la mitad y se han encontrado más de un cuarto menos de especies7.

La actividad del ser humano está causando una degradación medioambiental sin precedentes y está contribuyendo significativamente al calentamiento global: ya hemos modificado el estado natural de más del 70 % de las tierras emergidas8. La degradación de la tierra incluye la deforestación, la desertificación y la pérdida de humedales o praderas.

Una de las grandes promesas que se hicieron en la COP26 fue no solo detener, sino invertir la tasa de deforestación antes del final de la década. Se trata de una tarea complicada si tenemos en cuenta que en 2021 se perdieron 11,1 millones de hectáreas de cubierta forestal en las selvas tropicales, y que la selva virgen – especialmente importante para la fijación del carbono y la biodiversidad – se ha venido destruyendo a un ritmo de diez campos de fútbol porminuto9.

Global Forest Watch, una iniciativa del World Resources Institute junto con otros socios como la Universidad de Maryland, calcula que esta pérdida de selva tropical emitió 2500 millones de toneladas de emisiones de carbono, lo equivalente a las emisiones anuales de la India7.

Del mismo modo, los océanos desempeñan un papel medioambiental y socioeconómico primordial para el planeta, regulando el clima, proporcionando recursos naturales, permitiendo el comercio internacional y asegurando el sustento y la seguridad alimentaria de gran parte de la población mundial.
El contenido de calor del océano alcanzó una cifra récord en 2020, con grandes incrementos en las zonas templadas del Atlántico y el Pacífico y cerca de los polos.10. Uno de los efectos más graves de este calentamiento puede verse en el blanqueamiento de los corales en lugares como la Gran Barrera de Coral de Australia.

Los ecosistemas costeros como las praderas marinas, las marismas salinas y los manglares también se están viendo afectados. Las algas, los corales y las hierbas marinas son «ingenieros de ecosistemas»11 que generan estructuras físicas que sirven a su vez de hábitat a otras formas de vida – los corales, por ejemplo, dan cobijo a más de un millón de especies – y también ofrecen alimento y protección a las personas.

Además, la acidificación provocada por la disolución del dióxido de carbono también va a afectar a un amplio abanico de organismos, desde peces hasta algas.

Los océanos absorben alrededor del 30 % de nuestras emisiones, y su pH se ha reducido en 0,1 unidades desde el inicio de la revolución industrial, volviendo el agua mucho más ácida. Esto, a su vez, está empujando a los océanos de la tierra a un evento de extinción masiva de una magnitud nunca vista desde hace 250 millones de años, cuando los científicos estiman que se extinguieron hasta un 90 por ciento de los organismos marinos debido al sobrecalentamiento, la acidificación y la desoxigenación de los océanos12.

La falta de control de las actividades humanas está amenazando por tanto la salud de nuestros océanos, reduciendo su biodiversidad y su capacidad para mitigar el cambio climático y poniendo en riesgo las fuentes de sustento e ingresos de numerosas comunidades. Se avecina un verdadero desastre si no actuamos ya.
Esta es una pregunta complicada: los delegados en una conferencia de la ONU en Ginebra se pasaron dos semanas de marzo intentando llegar a un acuerdo acerca de cómo proteger los hábitats y los ecosistemas en riesgo de extinción13.

Se espera que unos 200 países se pongan finalmente de acuerdo en cuanto a las medidas necesarias para proteger un 30 % de la biodiversidad global de aquí a 2030 según los términos que está previsto que se terminen de redactar en la conferencia de la ONU sobre biodiversidad que tendrá lugar en Kunming, China, en agosto de 2022, después de dos años de retraso. Se trata, por lo pronto, de un primer paso.

Parte de la respuesta, sin embargo, puede que esté en entender cómo la pérdida de biodiversidad está indisolublemente vinculada con el cambio climático: no podemos salvar especies animales y vegetales sin mantener el aumento de las temperaturas por debajo de 1,5 grados centígrados y viceversa. De hecho, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha advertido que, aunque el calentamiento se limite al ambicioso objetivo de la Cumbre de París de 1,5 grados centígrados, es muy probable que el 9 % de todas las especies del mundo se encuentre en un «alto riesgo» de extinción14.

Por ello, tenemos que ir más allá y abordar la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la degradación de la tierra al mismo tiempo, teniendo en cuenta las conclusiones de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD)8.

Y, aunque es cierto que la «naturaleza» y la biodiversidad ocupan un lugar cada vez más destacado en las agendas corporativas y ESG, los riesgos esperados derivados del clima siguen siendo, de media, 10 veces mayor que los riesgos asociados al agua y 5 veces mayorque los asociados a la deforestación. Solo 1 de cada 20 empresas cuenta con un objetivo para el clima basado en la ciencia, un objetivo para el consumo de agua y un compromiso acerca de mejores prácticas relacionadas con los bosques que incluya un nivel cero de deforestación15.

Afortunadamente, el Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD), un organismo respaldado por los inversores ha publicado recientemente la primera guía de su clase que tiene como fin abordar los riesgos financieros originados por la pérdida de los recursos naturales16. Además, se está trabajando para determinar cómo podemos traducir los riesgos relacionados con la naturaleza en actuaciones de los gobiernos e ideas en las que se pueda invertir. De hecho, muchas de las «soluciones basadas en la naturaleza» ya no se consideran un área de inversión de nicho como hasta hace poco.
La deforestación es la mayor fuente de emisión de carbono en la mayoría de los países tropicales, por lo que reducirla y evitar que vuelva a producirse puede ser una de las medidas más importantes de cara a un posible ahorro anual de las emisiones de dióxido de carbono a nivel global.

De acuerdo con un estudio, evitar la deforestación puede suponer más de un 40 % de la reducción total de las emisiones que ofrecen las «soluciones low-cost», o sea, las soluciones que requieren menos de 100 USD al año para reducir las emisiones de dióxido de carbono en una tonelada17. Brasil e Indonesia contribuyen conjuntamente más del 50 % de las emisiones de carbono originadas por la pérdida de masa forestal en los trópicos, por lo que ofrecen la mayor oportunidad para evitar la deforestación.

Entre 2004 y 2012, Brasil redujo la deforestación anual en un 84 % gracias a una combinación de una aplicación de las leyes más estrictas, un aumento de protección e incentivos económicos, lo que le reportó un ahorro de más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono al año18. Lamentablemente, las tasas de deforestación han vuelto a subir desde la llegada al poder del presidente populista Jair Bolsonaro —puede que el destino de la selva amazónica se decida en las elecciones de este año—, pero el éxito de Brasil durante su mejor periodo es un ejemplo de lo que otros países con amplias áreas de selva tropical pueden hacer.

En este sentido, la reforestación puede obrar maravillas. Ahí tenemos el ejemplo de Costa Rica. En 1980, solo el 20 % del territorio de America Central estaba cubierto por la selva. Ahora ocupa más de la mitad, gracias sobre todo a los pagos dirigidos a la reforestación y la conservación de los ecosistemas. El sector de explotación de la tierra de Costa Rica ha pasado de ser un emisor neto de dióxido de carbono a un absorbedor neto, a un nivel de 3,5 millones de toneladas al año18.

Mientras tanto, el uso de la tierra, con actividades como la agricultura y la silvicultura, es responsable de aproximadamente un cuarto de las emisiones de carbono19. Para alcanzar el objetivo del 1,5 %, necesita convertirse en un absorbedor de carbono neto de aquí a 2030. Por lo tanto, ofrecer incentivos a los agricultores para regenerar pastos degradados, plantar árboles y reducir el uso de fertilizantes son soluciones low-cost adecuadas para grandes áreas de los países en desarrollo.

De no actuar en este sentido, las perspectivas podrían ser desoladoras. En Marruecos, por ejemplo, el 93 % del territorio está amenazado por la desertificación, lo que se traduce en la pérdida total o parcial de tierras cultivables y pastos, la deforestación y el desequilibrio hídrico. Las precipitaciones no predecibles se han ido reduciendo con una distribución desigual e irregular a lo largo de casi un siglo, pero el sobrepastoreo, la deforestación y unas prácticas agrícolas inaceptables también tienen parte de la culpa20.

En las regiones áridas y semiáridas, la agricultura ejerce una presión sobre las aguas subterráneas, por lo que la implementación de unas prácticas agrícolas sostenibles y un regadío racional es un factor vital a la hora de hacer frente a la sobreexplotación de los recursos hídricos y a la degradación de la tierra.

Por el lado de la demanda, también puede ser beneficioso concienciar a los consumidores para que coman menos carne. Si todo el mundo cambiara a una dieta basada en plantas, solo necesitaríamos un cuarto de las tierras de cultivo que utilizamos en la actualidad, lo cual reduciría enormemente las emisiones de gases invernadero asociadas a la producción de alimentos21.

También hay soluciones basadas en la naturaleza que protegen los hábitats marinos y regeneran la biodiversidad de nuestros océanos. Entre los proyectos se incluye ayudar a las explotaciones pesqueras a mantener unos niveles sostenibles de los caladeros, ofreciendo incentivos económicos para la acuicultura de bajo impacto, las cadenas de suministro de pescado sostenibles, la gestión de los desechos y otras actividades.

Por ejemplo, en 2018, el Banco Mundial ayudó al gobierno de las Seychelles a emitir el primer «bono azul» del mundo, o sea, deuda emitida por gobiernos, bancos de desarrollo u otros organismos para recaudar capital de inversores con el fin de financiar proyectos marinos y relacionados con los océanos que tengan un impacto medioambiental, económico y climático positivo.

Seychelles es un pequeño país insular, en el que la pesca es el segundo sector por tamaño, después del turismo. Los fondos generados por el bono se destinarán a hacer que la economía azul de las Seychelles dependa de recursos más sostenibles protegiendo la biodiversidad marina y financiando la transición a una economía sostenible. El bono ofrecerá subvenciones para actividades de gestión de la pesca y préstamos para fomentar mayores inversiones en áreas como oportunidades de valor añadido tras la cosecha y empleos relacionados con la protección de los recursos oceánicos22.

Los recursos combinados de nuestros océanos pueden tener un valor superior a los 24 billones de USD si tenemos en cuenta los resultados financieros directos, como los productos pesqueros, junto con los servicios indirectos como el secuestro de carbono y la haciendo posible el comercio internacional o el turismo23. Un estudio prevé que podrían obtenerse unos beneficios adicionales de 51 000 millones de USD al año de la pesca si se implementarán prácticas de explotación sostenibles de los caladeros, con un incremento de casi el 115 %24.

Por supuesto, esto es solo una pequeña parte de lo que abarca el tema de la biodiversidad. Hay muchísimas innovaciones más que pueden financiar soluciones basadas en la naturaleza para los océanos, los bosques y la agricultura, desde los bonos verdes a los proyectos de financiación mixta.

Pero el simple hecho de que la «naturaleza» formara parte por primera vez de la agenda de la COP26 debe considerarse un avance positivo. Ahora viene lo difícil. Debemos mantener el impulso hasta la COP27 y más allá si queremos tener alguna posibilidad de alcanzar nuestros objetivos de sostenibilidad, y no digamos ya de proteger y regenerar la abundancia de especies de nuestro planeta.

La diversidad intelectual permite desarrollar ideas más complejas. Y las ideas son oportunidades.

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GLOSARIO
  • Emisiones de gases de efecto invernadero (GHG, por sus siglas en inglés): entre estos se incluyen en dióxido de carbono (CO2), que entra en la atmósfera a través de, por ejemplo, la quema de combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo); el metano (CH4), que se emite durante la producción y el transporte de los combustibles fósiles, por ejemplo, y por la ganadería y otras prácticas agrícolas; el óxido de nitrógeno (N2O), que se emite, por ejemplo, durante las actividades agrícolas, de explotación de la tierra e industriales, además de durante el tratamiento de las aguas residuales; y los gases fluorados, unos gases sintéticos con un potente efecto invernadero que se emiten a partir de una serie de aplicaciones y procesos domésticos, comerciales e industriales.
  • Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD): puesto en marcha en junio de 2021 para emular el éxito relativo del Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD) del Consejo de Estabilidad Financiera, creado con el fin de mejorar e incrementar la comunicación de la información financiera relacionada con el clima, el TNFD está respaldado por Global Canopy, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Fondo Mundial para la Naturaleza. El marco de revelación propuesto aborda la preocupación existente planteada por los inversores acerca de que la falta de calidad de los datos relacionados con la biodiversidad proporcionados por las empresas habían obstaculizado los esfuerzos para mitigar estos riesgos e impactos. La publicación de la versión final de las recomendaciones del TNFD está prevista para septiembre de 2023.
  • Soluciones basadas en la naturaleza (NBS, por sus siglas en inglés): definidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) como «acciones para proteger, gestionar y regenerar de manera sostenible ecosistemas naturales o modificados, y que aborden los retos de manera eficaz y apropiada, al mismo tiempo que ofrecen beneficios para el bienestar humano y la biodiversidad».
1 Fuente: Mapping where the earth will become uninhabitable, Berliner Morgenpost, 2022, https://interaktiv.morgenpost.de/klimawandel-hitze-meeresspiegel-wassermangel-stuerme-unbewohnbar/en.html
2 Fuente: World Economic Forum’s 2022 Global Risks Report, https://www3.weforum.org/docs/WEF_The_Global_Risks_Report_2022.pdf
3 Fuente: World Economic Forum’s 2020 New Nature Economy Report, https://www.weforum.org/reports/new-nature-economy-report-series
4 Fuente: WWF, The Living Planet Report 2020, https://wwf.panda.org/wwf_news/?793831/WWF-LPR--reveals-two-thirds-decline-in-wildlife-populations-on-average-since-1970
5 Fuente: BBC, Extinction: The Facts, 2020, https://www.bbc.co.uk/programmes/m000mn4n
6 Fuente: New York Times, April 2022, https://www.nytimes.com/2022/04/27/climate/reptiles-extinction-biodiversity.html
7 Fuente: Nature, April 2022, https://www.nature.com/articles/s41586-022-04644-x
8 Fuente: United Nations Convention to Combat Desertification, Global Land Outlook 2022, https://www.unccd.int/resources/global-land-outlook/overview
9 Fuente: Global Forest Watch, April 2022, research, https://globalforestwatch.org/blog/data-and-research/global-tree-cover-loss-data-2021/
10 Fuente: Climate change: A status report, New Scientist, April 2021, https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S026240792100703X
11 Fuente: Bridging the gap between coastal engineering and nature conservation, Philipp Jordan & Peter Fröhle, Journal of Coastal Conservation, February 2022, https://link.springer.com/article/10.1007/s11852-021-00848-x
12 Fuente: Science, April 2022, https://www.science.org/doi/10.1126/science.abe9039
13 Fuente: France24, March 2022, https://www.france24.com/en/live-news/20220314-un-launches-biodiversity-talks-on-deal-to-protect-nature
14 Fuente: Carbon Brief, February 2022, https://www.carbonbrief.org/in-depth-qa-the-ipccs-sixth-assessment-on-how-climate-change-impacts-the-world/
15 Fuente: Now for nature, Oliver Wyman, 2022, https://www.oliverwyman.com/content/dam/oliver-wyman/Now%20for%20Nature_report_2022.pdf
16 Fuente: TNFD news, March 2022, https://tnfd.global/news/feb-mar-newsletter-first-beta-version-of-tnfd-framework-for-market-consultation/
17 Fuente: Natural climate solutions, PNAS, October 2017, https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1710465114
18 Fuente: The potential of scaling up proven low-carbon solutions, Ecofys/ Sitra, 2015, https://www.sitra.fi/app/uploads/2017/02/Ecofys_2015_potential_of_scaling_up-low_carbon_solutions.pdf
19 Fuente: IPCC, August 2019, https://www.ipcc.ch/2019/08/08/land-is-a-critical-resource_srccl/
20 Fuente: Desertification Assessment Using MEDALUS Model in Watershed Oued El Maleh, Morocco, July 2017, https://www.mdpi.com/2076-3263/7/3/50/htm
21 Fuente: Our World in Data, https://ourworldindata.org/land-use-diets
22 Fuente: The Little Book of Investing in Nature, Global canopy, 2021, https://globalcanopy.org/wp-content/uploads/2021/01/LBIN_2020_EN.pdf
23 Fuente: WWF, April 2015, https://wwf.panda.org/wwf_news/?244770/Ocean-wealth-valued-at-US24-trillion-but-sinking-fast
24 Fuente: Rebuilding the world’s fisheries, Environmental Defense Fund, 2015, https://fisherysolutionscenter.edf.org/sites/default/files/Rebuilding%20the%20World%27s%20Fisheries.pdf

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