Frédéric Dupraz

Frédéric Dupraz

Thematics Asset Management

Matthieu Rolin

Matthieu Rolin

Thematics Asset Management

Puede que los pagos en metálico sean lo más común en 2023, pero en el mundo real el papel moneda se están convirtiendo en una especie en peligro de extinción. El lento abandono del dinero en efectivo se aceleró de golpe durante la crisis de la COVID-19, cuando tanto los vendedores como los compradores optaron por la relativa seguridad de las tarjetas de crédito y débito. Sorprende saber que solo un 12,4 % de los pagos realizados en el Reino Unido en 2020 se hicieron en metálico, una reducción significativa si lo comparamos con el 40,3 % de 2005.1

En algunas regiones del mundo, de hecho, el proceso de abandono del dinero en efectivo está mucho más avanzado, y entre ellas destaca especialmente Asia. En 2016, por ejemplo, el gobierno indio defendió las bondades de una sociedad sin dinero en metálico durante su campaña de desmonetización de los billetes de 500 y 1000 rupias.2

En este país, un 40 % de los pagos ya son digitales, una cifra considerable si tenemos en cuenta que aún hay 200 millones de personas sin acceso a servicios bancarios en el sur de Asia. Se espera que el número total de pagos digitales —que asciende actualmente a 3 billones de USD anuales— se triplique de aquí a 2030.3

Otros países como Corea del Sur y Tailandia también se han convertido en grandes defensores de los pagos digitales y, a nivel global, alrededor de tres cuartas partes de los adultos tienen ahora una cuenta bancaria o de pagos móviles.4

Por su parte, en China, con un avanzado sector de pagos dominado por Alipay de Alibaba y WeChat Pay de Tencent, se está volviendo cada vez más difícil pagar un taxi, hacer las compras de alimentos o realizar pagos básicos sin un monedero electrónico.

En occidente todavía no se ha llegado a este punto. Sin embargo, los expertos creen que no va a tardar mucho en pisarle los talones a Asia.5
Incluso si la sociedad no llega a abandonar por completo el efectivo, el uso cada vez mayor de las tarjetas y los pagos digitales tiene implicaciones importantes, y presenta tanto riesgos como oportunidades para los inversores y la sociedad en general.

Por un lado, el rápido proceso de digitalización hará que la seguridad cobre una importancia aún mayor ante el posible aumento de los casos de fraude y de robo de identidad. En este sentido, no resulta sorprendente que el número de fraudes relacionados con los pagos digitales aumentase en un 35 % durante la pandemia, cuando cada vez más personas empezaron a prescindir del uso de efectivo.6 Este tipo de fraudes, además, se han ido volviendo cada vez más sofisticados, y los intentos de phishing y suplantación de identidad más avanzados son ahora bastante comunes.

Las empresas de seguridad apenas pueden hacerles frente. Sin embargo, esto representa una oportunidad: se espera que el mercado global de la seguridad en los pagos alcance los 54. 100 millones de USD de aquí a 2028, con una tasa de crecimiento anual del 16,5 %.7 A medida que los pagos digitales crezcan, se necesitarán nuevos métodos de protección de datos y prevención del fraude, y aquellos que pueden garantizar nuestra seguridad digital acabarán siendo los mayores beneficiados de esta revolución.

En el caso de los proveedores de pagos innovadores, no todo ha sido coser y cantar. Aunque se trata de una oportunidad enorme, con una expansión del sector de los pagos digitales del orden del 20,5 % anual,8 las empresas de pagos innovadoras no lo han tenido fácil últimamente. La enorme desaceleración de las ventas del comercio electrónico, que sigue siendo el mayor mercado para las empresas de pagos digitales, no ha ayudado ciertamente mejorar la situación.

Tras experimentar unos espectaculares aumentos en el precio de sus acciones, empresas como PayPal y Block (anteriormente Square) han visto como estos se desplomaban, mientras que a compañías más veteranas, como Visa y Mastercard, les ha ido mucho mejor. Esto tal vez sugiere que la revolución en el mundo de los pagos no es tan inminente.
A medida que el mundo vaya abandonando el uso del dinero efectivo, también es probable que utilicemos menos nuestras tarjetas. Casi un tercio de los estadounidenses utilizan monederos electrónicos, en lugar de tarjetas, para hacer sus pagos. En China, nada más y nada menos que el 70 % de la población utiliza monederos para hacer frente a sus gastos diarios.

Hasta el momento, al menos, la mayoría de las aplicaciones de monedero electrónico como Google o Apple Pay están asociadas a una tarjeta de crédito o una cuenta bancaria ya existente, lo que significa que no existe un gran riesgo de que acaben sustituyendo por completo a las tarjetas de débito o crédito. Además, los consumidores siguen dependiendo del acceso al crédito para pagar ciertos artículos en determinados momentos, o para disfrutar de las ventajas que ofrecen una mejor calificación crediticia o los puntos de las aerolíneas.

Sin embargo, en los últimos años cada vez más usuarios han pasado de ser «titulares de tarjeta» a «titulares de cuenta» y los especialistas en pagos online como PayPal han empezado a ofrecer a sus clientes opciones más tradicionales basadas en ubicaciones físicas. Los monederos y aplicaciones también se están volviendo cada vez más sofisticados.

Como ocurre con las llamadas superaplicaciones en Asia, la nueva aplicación de PayPal ofrece operaciones de depósito directo, pago de facturas, pagos entre usuarios e incluso inversión en criptomonedas. Incluso ha anunciado una asociación con Synchrony Bank para ofrecer una cuenta de ahorros de alta rentabilidad bajo el nombre de PayPal Savings.

En lo que respecta al crédito, los expertos destacan el rápido crecimiento de las llamadas empresas Buy Now, Pay Later (BNPL) como Klarna, que esperan hacerse con una parte de la cuota de mercado a las empresas de tarjetas de crédito tradicionales.

Aún nos encontramos en las primeras etapas de esta revolución, y queda por ver hasta qué punto PayPal y Klarna van a tener éxito en sus apuestas, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de los modelos de negocio relacionados con la innovación en los pagos digitales o el BNPL todavía no han sido puestos a prueba por una recesión o una crisis económica importante.

Sin embargo, a largo plazo, es posible que estas nuevas tecnologías supongan una gran amenaza para empresas más tradicionales como Visa, Mastercard y American Express, que hasta ahora operaban en régimen de oligopolio y se han visto obligadas a adaptarse e innovar creando sus propios monederos digitales.
En esta historia, podría producirse además otro giro del guion: los bancos centrales se están lanzando al ruedo y han empezado a desarrollar las llamadas monedas digitales del banco central o CBDC. Dado lo avanzado de su red de pagos digitales, no resulta sorprendente que el Banco Popular de China (BPC) esté liderando este proceso con su yuan digital. Sin embargo, la mayoría de los bancos centrales, ya sea en Jamaica, en Suecia o en la UE, están trabajando en el desarrollo de tecnologías en las que basar sus propias CBDC en un futuro.

Esto abre la puerta a todo un abanico de posibilidades. Podría por ejemplo vincularse una CBDC a una tarjeta o monedero, lo que resulta especialmente interesante con la popularización de la tecnología blockchain.

«A medida que avanzamos cada vez más hacia una sociedad sin efectivo, la idea de que los bancos centrales hagan uso de las criptomonedas se vuelve mucho más plausible», asegura el economista estadounidense Campbell R. Harvey. «Aunque lo más probable es que las criptomonedas no controladas por el gobierno sobrevivan [el oro tampoco está centralmente controlado], la idea clave es la tecnología blockchain. Esta innovación tiene aplicaciones que no tardarán en afectar a todas las empresas y consumidores».9

Esto también tendría implicaciones de largo alcance. No solo sería posible para los gobiernos prohibir el dinero en efectivo en la práctica si así lo quisieran —y sustituirlo por CBDC—, sino que las transacciones, incluyendo las transfronterizas, podrían realizarse de manera casi instantánea, lo cual favorecería a su vez la inclusión financiera. Además, estas podrían seguirse en tiempo real.

«Una de las principales diferencias de las CBDC es que el banco central tendría un control absoluto sobre las normas y regulaciones que determinarían el uso de estas obligaciones, y la tecnología para forzar su cumplimiento. Esto supone una enorme diferencia si lo comparamos con el efectivo», afirma Augustin Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BPI).10

Esto sería un gran golpe para el crimen organizado, que depende del dinero en efectivo y las criptomonedas para burlar la ley, pero estos puntos de vista también han generado fuertes críticas desde el campo de los defensores de la privacidad.

Sin embargo, y a pesar de las inquietudes que plantea, los bancos centrales parecen decididos a seguir adelante con sus planes en cuanto al dinero digital, y lo más probable es que desempeñen un papel principal en cualquier nuevo ecosistema de pagos que surja. Puede que el efectivo todavía no sea una antigualla histórica, pero todo parece indicar que tiene los días contados.

Una cartera multitemática construida para el futuro

Descubra más